Inflación en Argentina: una realidad innegable
Hace ya tiempo que en numerosos foros financieros internacionales se conoce y comenta la falsificación de estadísticas oficiales por parte del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, pero ninguna institución se habría atrevido a censurar públicamente esta actuación.
Sin embargo, la manipulación de datos oficiales ha llegado a tal extremo que el Fondo Monetario Internacional ha instado al Gobierno argentino a tomar medidas urgentes para cumplir con los estándares internacionales que regulan las estadísticas oficiales.
El pasado 1 de febrero el FMI reprobó públicamente la falta de exactitud de la estadística de inflación en Argentina, otorgando de plazo hasta el 29 de septiembre para que el gobierno ponga fin a esta situación. Esta censura es el primer paso en el procedimiento para expulsar a un país del Fondo Monetario Internacional.
Desde que en 2007 el gobierno de Cristina Fernández estrechara el control sobre el INDEC (Instituto Nacional de Estadística argentino) la diferencia entre el dato oficial de inflación y el elaborado por economistas independientes ha llegado hasta 15 puntos porcentuales.
Esta manipulación estadística ha ahorrado al gobierno argentino el pago de 2.500 millones de deuda pública vinculada a la inflación. Además, ha inflado los datos de crecimiento de PIB en al menos dos puntos porcentuales al año.
No obstante, la falsificación de estadísticas oficiales también esconde el sufrimiento que padece la población argentina. Hasta ahora las subidas salariales pactadas entre sindicatos y gobierno y el incremento de las pensiones han permitido a los ciudadanos superar, no sin esfuerzo, la creciente pérdida de poder adquisitivo que sufren estos días. No obstante, las últimas subidas salariales no han equiparado la subida de precios, empeorando la situación de miles de familias que ven cómo cada vez es más difícil llegar a fin de mes.
La subida continuada de los precios se sitúa como el principal motivo de los saqueos a comercios acaecidos en las últimas semanas, y que dejaron 3 muertos, más de 500 personas arrestadas y en torno a 300 comercios robados.
«En el corto plazo, hay menos producción y precios más altos para bienes y servicios, la peor combinación posible» dice Abel Viglione, un economista afincado en Buenos Aires.
La negación del gobierno
Mientras tanto, el gobierno argentino, que siempre ha negado tal manipulación y ha llegado a demandar judicialmente a aquellos que denunciaban sus prácticas irregulares, se prepara para la pelea. Su respuesta al comunicado del FMI ha sido acusar a este organismo de aplicar dobles estándares y favorecer a los bancos, y aunque el Ministro de Economía, Hernán Lorenzino, ha afirmado que están trabajando en un nuevo índice que se ajuste con más precisión a la realidad, muchos dudan de que se permita a los funcionarios del FMI comprobar si este nuevo índice respeta las normas internacionales.
Lo más llamativo de la política económica de los Kirchner es su propia contradicción. Cuando Ernesto Kirchner llegó al poder en 2003, aplicó una política de liberalismo económico que ayudó al país a crecer y salir de la crisis del “corralito”. No obstante, en los últimos años los Kirchner se han ido alejando de tales políticas, en un giro radical hacia la izquierda cuyo ideólogo es Axel Kicillof, viceministro de Economía.
Kicillof aplica la teoría económica desarrollada por John Maynard Keynes en el período de entreguerras, el problema es que Kicillof ignora la estanflación (inflación y reducido crecimiento) a que dio lugar la aplicación de la Teoría General Keynesiana en los años 70 y que puso en entredicho gran parte del trabajo de Keynes.
Más aún, en este giro radical a la izquierda, en noviembre se impusieron anacrónicos controles cambiarios y de importación, en un intento de salvar la industria nacional de la pérdida de competitividad derivada de la inflación. No obstante, esta política no soluciona el problema interno y sí daña las relaciones con socios vitales como España (expropiación de YPF) y Brasil.
Aún falta por ver si con el nuevo índice de precios que está preparando el INDEC será suficiente para cumplir con el requerimiento del FMI y, en caso contrario, si esta institución procederá a expulsar a Argentina de su seno, algo que no ocurre desde la expulsión de Checoslovaquia en 1954, aunque en este caso, la Guerra Fría probablemente influyó más en la expulsión que la propia manipulación estadística.
Fuentes: The Economist, Reuters, El País.
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