Método para ganar siempre en la Bolsa
Hace unos días leí un artículo que hablaba sobre un método para ganar siempre en la Bolsa, y que me gustaría compartir con vosotros. Seguro que sacaremos algo en claro de ello, sobretodo de cómo funciona la Bolsa y los fondos que invierten en ella.
El procedimiento es muy sencillo en realidad, apto para inexpertos en inversión bursátil, y consiste en lo siguiente: Lo primero que hay que hacer es establecerse como asesor financiero y ofrecerle nuestros servicios a una serie de inversores. A dichos inversores, les ofrecemos un contrato de un año de duración, durante el cual les enviaremos nuestras predicciones sobre la evolución de determinados índices de la Bolsa. Como prueba de confianza, durante las primeras seis semanas les proporcionaremos nuestros servicios de forma totalmente gratuita, y si al término de esas seis semanas están contentos con nosotros, se pasa a formalizar el contrato con unos suculentos honorarios fijos.
Hasta aquí todo dentro de lo normal y lo esperable. Lo bueno viene a continuación: Digamos que conseguimos una cartera de 64 inversores (clientes). La primera semana, a 32 de ellos les envío una predicción diciendo que determinado índice va a subir, y a los otros 32, que va a bajar. A los primeros se lo justificamos diciendo que las medidas de inyección de capital en los mercados van a hacer su efecto, o que la entrada de China en ese mercado va a acrecentar el flujo de capital, etc; y a los segundos les decimos que la crisis económica hace que el mercado esté más parado, o cualquier otra cosa. Es evidente que sólo 32 de nuestros 64 inversores recibirán la predicción acertada, pero lo importante es que habremos acertado para la mitad de nuestros inversores.
La segunda semana, repetimos la jugada, dividiendo los dos grupos anteriores en a su vez dos grupos de 16 inversores, a los que les diremos que determinado índice subirá o bajará. Por tanto, al final de la segunda semana, sólo habrá 16 inversores para los que hayamos acertado las dos veces, 32 para los que hayamos acertado una vez, y otros 16 inversores para los que no hayamos acertado ninguna de las dos veces.
En la tercera semana repetimos de nuevo la misma jugada, y así hasta la sexta semana. Al final de las seis semanas habrá un inversor al que le hayamos dado seis predicciones correctas seguidas, lo cual le parecerá asombroso y seguro que querrá contratar nuestros servicios. Pero también habrá otros dos inversores con los que hayamos acertado en cinco de seis ocasiones, lo cual sigue siendo una estadística muy buena, y también es probable que contraten nuestros servicios. Aún suponiendo que el resto (de cuatro aciertos para abajo) no nos contraten, hemos conseguido tres inversores que confiarán ciegamente en nuestro criterio.
A partir de este momento, a estos tres clientes habrá que proporcionarles predicciones bursátiles frecuentemente, y lo más normal es que, como inexpertos en inversiones que somos, nos equivoquemos estadísticamente en al menos la mitad de las ocasiones. Sin embargo, eso no importa porque, para cuando nuestros clientes se cansen de nuestros errores, ya habremos cobrado una buena suma de dinero.
Pues bien, esto que parece sacado de una película al estilo “Los Pelayo”, es la forma de operar de muchos fondos de inversión. Es un procedimiento denominado “incubar fondos” y consiste en, una vez acabada la fase equivalente a nuestras seis semanas, crear diferentes fondos con los diferentes grupos de clientes, de forma que el fondo de los cinco y seis aciertos tendrá una rentabilidad muy alta, mientras que los fondos con menos aciertos tendrán una rentabilidad más baja y nadie se fijará en ellos, y acabarán cerrando. Pero el fondo bueno, cuando se ofrezca al público, saltará a todas las palestras y mucha gente querrá meter su dinero en ese fondo estrella para conseguir mejores rentabilidades que en los fondos de la competencia. Sin embargo al cabo de poco tiempo, la rentabilidad de estos fondos caerá a la media del mercado.
Se estima que aproximadamente la cuarta parte de los fondos que operan en Estados Unidos son “fondos incubados”. Y por cierto, esta práctica también es perfectamente legal en España. Se están estudiando formas de evitar este “defecto” del sistema, y una opción que se baraja es prohibir que se publicite la rentabilidad de fondos que no han salido al público. En general, lo recomendable para el inversor es alejarse de los fondos que publicitan una rentabilidad elevada pero que cuentan con pocos años de trayectoria, así como de aquellos cuya capitalización en el pasado haya sido muy baja. Tirando del refranero español, en inversiones, como en casi todo, «No es oro todo lo que reluce».
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eso ya lo dijo, Adrian Paenza en su libro matemáticas estas ahí?….. bastante buena parece la idea, pero….. del dicho al hecho