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Ser licenciado, hecho. Tener prácticas extracurriculares, hecho. Tener un certificado oficial de al menos una lengua moderna, hecho. Elaborar un currículum vítae correcto, hecho. Tener cartas de recomendación de jefes de prácticas, hecho. Y aún así no es fácil trabajar en España.

Este es el balance de muchos de los jóvenes que hoy por hoy aterrizan en Londres. El inglés suele ser la excusa, el desencanto con España la razón que los empuja. Y no es reprochable la acción cuando los últimos datos de la EPA (Encuentras de Población Activa) realizada en julio de 2014 revelan un 24,5% de paro en España y un 57% de los parados se sitúa en los menores de 25 años.

Reino Unido encabeza la lista de países receptores de emigrantes españoles, seguido de Alemania y Francia. Londres es, sin duda alguna, la ciudad preferida por los españoles para tratar de hacerse hueco. Restaurantes, coffee shops, tiendas de ropa, cadenas take away…no son el ideal de ninguno pero sí ofrecen la oportunidad de hablar inglés y ganar lo suficiente para mantenerse activo en la ciudad más cosmopolita de Europa.

Una estudiante de último curso de filología inglesa en la Universidad de Málaga, trabajó en la cadena Eat de comida take away. Un joven licenciado en psicología por la Universidad de Girona, trabaja para la cadena de restaurantes Maxwells. Otro ejemplo, graduada por la Universidad Politécnica de Madrid en educación infantil, vive como aupair en casa de una familia inglesa. Así la lista podría ser inmensa pues, la emigración de jóvenes españoles a otra ciudades europeas asciende de forma preocupante hasta dar un saldo negativo de 0,47%.

Esta fuga de cerebros que se sucede en España desde hace años se incrementa, y digo fuga porque ¡ay los cerebros que está dejando ir España! Jóvenes formados, estudiados, ambiciosos, con energía y mucha guerra que dar en el mercado laboral. El perfil de emigrante registrado queda así: igual en número de hombres y mujeres, de edades comprendidas entre los 15 y los 39 años y con alto índice de estudios superiores según el INE. El perfil humano de jóvenes que deciden marcharse sin embargo es el siguiente: valiente o desesperado (esto depende de quien lo mire), y aún así esperanzado, de carácter fuerte, de ilusiones grandes y lejanos horizontes.

«Al menos allí alguien nos da una oportunidad al tiempo que aprendemos inglés, rentabilizamos el tiempo estudiando el idioma y trabajando mientras esperamos que mejoren las cosas para volver a casa», declara la estudiante de filología, que de momento ha vuelto a España a terminar sus licenciatura mientras se plantea firmemente la opción de volver a Londres. ¿El común denominador de todos ellos? Perseguir sueños, lograr metas, cumplir objetivos. ¿Lo que les diferencia del resto? El valor de atreverse a salir a buscarlo.