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Todos nos hemos arrepentido en numerosas ocasiones de no haber hecho algo una vez, simplemente porque conllevaba riesgos. Tal como dijo Mark Twain, “dentro de veinte años, estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste, que por las que sí hiciste”.

Siempre podemos aprender de nuestros errores, pero si no los cometemos, nunca sabremos qué hubiera pasado y, por lo tanto, tampoco sacaremos de ello aprendizaje alguno.

A continuación, mencionamos cinco riesgos que todas las personas deberíamos correr al menos una vez en la vida.

Contratar o promocionar a quien “no debes”

Tengamos nuestra propia empresa o, simplemente, queramos contratar a alguien (para limpiar nuestra casa, dar clases particulares a nuestros hijos), a veces es importante dejarnos llevar por las intuiciones.

¿Por qué no contratar a alguien simplemente porque no tiene la experiencia necesaria o porque es demasiado joven? ¿Y si nos estamos perdiendo otras aportaciones? ¿Y si esa persona tiene una actitud, un entusiasmo, una inteligencia o una ética que otros con más experiencia no tienen?

Demos la oportunidad a un candidato inusual. Podemos obtener más o menos ventajas, pero nunca lo sabremos si no corremos este riesgo.

Pedir disculpas por un error gordo que hayas cometido

Todos nos hemos equivocado alguna vez en la vida, y esa equivocación ha podido tener grandes consecuencias. Cuando esto ocurre, nos da miedo pedir perdón, porque nos da miedo sacar el tema: nos es incómodo, y no nos sentimos bien hablando de ello.

Al rehuir este asunto, dejamos de pedir disculpas, lo cual nos hace sentirnos mal. Puede que al pedir perdón por este tipo de equivocaciones salgamos escaldados: que nos griten, que nos insulten. Que nos humillen.

Sin embargo, tú habrás hecho lo correcto, independientemente de las reacciones de los demás. Estarás más tranquil@ y te sentirás bien contigo mism@. Incluso, puede que llegues a recuperar antiguas relaciones o amistades, solo por pedir disculpas. Ahora bien, nunca sabrás qué hubiera pasado si no lo haces.

Enfrentarte a tus mayores miedos

Todos tenemos miedo a algo. Y debemos, por ello, enfrentarnos a ello. Las personas capaces de alcanzar el éxito no son más valientes que los demás: también les dan pánico según qué cosas. La diferencia con los demás, es que éstas sí que se enfrentan a aquello que temen.

Escoge algo que te gustaría hacer, pero que te un miedo atroz. El primer paso es aceptar que te da miedo realizar tal o cual acción, y luego simplemente debes hacerlo, aun sabiendo y aceptando que tienes miedo de ello.

Al final, te darás cuenta de que no era tan malo ni tan aterrador como pensabas y, es más, te darás cuenta también de que, simplemente, a lo que tenías miedo era a lo desconocido. Sin embargo, jamás sabrás si eres capaz de hacerlo, si te gusta, si te asusta más o menos… si, al fin y al cabo, no te enfrentas a ese miedo.

Intentar cumplir aquellos sueños que otros consideraron ridículos

Muchas personas acaban dedicando su vida a aquellas cosas normales y triviales, solo porque era lo que los demás esperaban de él o ella: y solo porque, lo que le gustaba en realidad, estaba mal visto por los demás.

Lo que piense el resto de las personas (a las que, en muchas ocasiones, no conocemos de nada), en realidad no importa.

Tal vez tengas ganas de montar un negocio que, según la mayoría de las personas, es una locura llevar a cabo; puede que quieras aprender cosas nuevas, mientras los demás te dicen que ya no vales para eso.  Tienes que darte la oportunidad de hacer aquellas cosas que siempre has querido probar, digan lo que digan los demás.

Es importante escuchar las críticas y opiniones de quienes nos importan, pero si realmente deseamos algo, también es importante saber tomárnoslas de una manera fría, para al final actuar en base a nuestros propios esfuerzos y normas.

Puedes lograr lo quieras, incluso más… pero nunca sabrás si lo conseguirás, si no tomas la decisión de ponerte a ello.

Ir más allá en tu intento de ayudar a los demás

Aunque no lo creamos, determinado conocimiento o experiencia puede ayudar en gran medida a otra persona. Cuando alguien nos pida ayuda con algo, intentemos ir más allá y preguntarnos “¿Qué podría hacer yo para ayudar de verdad a esta persona?”.

En general, todos podemos decir una palabra amable, o dar un pequeño consejo o algo de apoyo. Sin embargo, no todos nos atrevemos a ir más allá y a ayudar realmente a esa persona, por el riesgo a equivocarnos o a perder nuestro valioso tiempo. Intentando ir más allá ayudando a los demás, podemos ganar un amigo y/o acabar sintiendo que nuestras habilidades y conocimientos valían más de lo que pensábamos.

Fuente: Huge Risks Everyone Needs To Take (At Least Once)

Foto: Ana* / Flickr