Deborah Gruenfeld: la profesora del poder de la Universidad de Stanford
Deborah Gruenfeld se ha construido una marca sólida e influyente en el ámbito de la docencia y la investigación. Su metodología de liderazgo “Acting With Power” se ha convertido en el centro de presentaciones, webinarios, y videos, aumentando en los últimos días su popularidad a raíz de los escándalos amorosos que se produjeron en su centro de trabajo, la Escuela de Negocios de la Universidad de Stanford. Una experiencia personal que Gruenfeld supo aprovechar para potenciar su investigación sobre la psicología social en la dinámica del poder y convertirlo en una carrera profesional más lucrativa para ella y para la escuela de élite.
La profesora del poder ha puesto su experiencia teatral al servicio de Leanin.org, una agrupación que fue fundada por Sheryl Sandberg, CCOO del mismísimo Facebook. Así, Deborah procura servir de inspiración y apoyo para un sinfín de mujeres que, como ella, encuentren obstáculos en su camino dentro del mundillo MBA.
¿Qué nos enseña Gruenfeld en sus charlas?
Durante las charlas se centra, sobre todo, en el lenguaje corporal: ese que no percibimos en nosotros mismos, pero que al mismo tiempo nos sirve de referencia subconsciente para con los que nos rodean. Nos comenta la necesidad de uno mismo de entender cuándo se puede “apostar alto” y cuando es mejor “plantarse” aplicado a la propia vida, a los negocios, en vez de un simple juego de naipes.
Cuando uno está apostando fuerte, tiene que ser capaz de mostrarse autoritario, hacerse respetar y dar fuerza así a su idea, mientras que, por el contrario, hay que saber cuándo tratar de pasar inadvertidos o, simplemente, no ejercer la dominancia.
Nos explica, no sin cierta mofa, que a grandes rasgos comportarse de forma “autoritaria” puede traducirse como “comportarse como un idiota”. Aun así, si el trabajo lo requiere uno ha de comportarse del modo adecuado para mantener a un equipo en momentos cruciales, por ejemplo. Hay que saber escoger los tiempos y decidir como si de un psicólogo se tratara.
Uno de los trucos para hacerse ver autoritario consiste en mantener la cabeza rígida durante la conversación, estática. Al mismo tiempo, mantener un contacto visual directo con la otra persona, pero sin llegar a causar un malestar o inquietud. De ese modo, sin permitir al otro abandonar la mirada, estás dejando claro que vas en serio.
Por el contrario, cuando uno está siendo abordado, debe tomar como recurso todo cuanto le rodea para escapar de esas miradas que simbolizan ataduras dentro de la negociación. Uno puede tirar de móvil, agenda, etcétera, siempre sin caer en las faltas de respeto.
De abusar de este tipo de recursos, puede conseguirse el efecto completamente contrario, por lo que hay que saber leer las situaciones en las que debemos dominar la situación o adaptarnos lo mejor posible a ella, para así no extralimitarnos y perder oportunidades.
Deborah nos explica que, “del mismo modo que el lenguaje corporal excesivo acentúa nuestra presencia, mantener nuestra gestualidad al mínimo nos ayudará a pasar desapercibidos”. Jugar con los dedos o dejar las frases a mitad son otros buenos recursos.
Una persona en posición de autoridad puede tratar de “pasar” para así establecer una mejor relación con los miembros que componen su grupo, y tratar de escapar de los tópicos desagradables que todos tenemos de un jefe pero, al mismo tiempo, uno debe tener cuidado con perder toda la credibilidad y la profesionalidad con ello, haciendo que los empleados o socios se conviertan en simples colegas, y el barco vaya a pique.
La profesora Gruenfeld también nos advierte que, en muchas ocasiones, las sonrisas de los miembros más bajos de la jerarquía suelen ir referidas a mantener una comicidad con los superiores y, por tanto, un buen jefe no debe dejarse llevar por ese tipo de comportamientos a la hora de establecer sus vínculos con cada miembro de la plantilla.
Lo más importante para una persona con un cargo de autoridad, es que aquellos a los que tiene que liderar, quieran serlo. He ahí lo complicado del asunto: buscar el equilibrio perfecto entre profesionalidad y buenas relaciones.
Fuentes: Poets & Quants, Lean In, Fortune
Imágenes: Stanford Graduate Shool of Business/Youtube
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