Cómo enfrentarse a las dificultades del trabajo en equipo
El trabajo en equipo trae consigo una serie de ventajas que lo sitúan por delante del trabajo individual. Una de ellas es la productividad, que aumenta debido al esfuerzo conjunto de varias personas que, de forma integrada, consiguen reportar mucho más que el trabajo aislado de las partes del equipo. En esencia, el trabajo en grupo significa que un número determinado de personas se emplea conjuntamente en la consecución de una meta previamente definida, distribuyéndose los papeles que cada uno desempeña, bajo un compromiso mutuo en el que todos ponen lo mejor de sí mismos. Pero ni si quiera en la mejor producción hollywoodiense podría verse tal despiporre de armonía entre compañeros de trabajo. Cuando son muchas las personas implicadas en una sola cosa es prácticamente inevitable tejer redecillas.
El trabajo en equipo atraviesa por distintas fases según la teoría de Bruce Tuckman. El experto en psicología de la educación y dinámica de grupo, describió las que para él eran las cuatro etapas del desarrollo que los grupos atraviesan para alcanzar su máxima efectividad. Puedes comprobar si el trabajo en equipo en el que estás implicado va en la dirección encaminada o no si lo identificas con alguna de estas fases.
‘La formación’. Se trata de una etapa en la que los miembros del equipo comienzan a conocerse y tratan de crear una buena impresión. Excepto el líder, que se comportará de forma directiva, el resto de individuos se mantienen prudentes, agitados por la confusión acerca de las funciones de cada uno.
‘El conflicto’. Cuando el líder formal no define de forma clara el rol que debe desempeñar cada uno en la tarea, se producirán reacciones de ataque y defensa entre los componentes del grupo. Además se cuestionará la autoridad del líder. Es muy importante que se logre una adecuada gestión de los conflictos que surgen en esta fase, para evitar que los grupos de trabajo y por lo tanto la productividad se estanquen.
‘La normalización’. Después de la tormenta siempre llega la calma, y tras los malentendidos, los acuerdos. Se regulan de forma más eficaz los acuerdos sobre las normas y el papel de cada uno. La persona que lidera es aceptada y respetada, de manera que su actitud es más facilitadora que autoritaria. En este punto todo el equipo obedece a su compromiso, hasta que llega el momento de revisar los resultados del esfuerzo. Si los resultados no son los esperados, se puede retroceder y volver a la etapa de conflicto.
‘El desempeño’. Aquí el equipo es lo suficientemente maduro como para desempeñar la labor de forma cooperativa a la vez que se actúa con autonomía. El líder apenas tiene la necesidad de intervenir, ya que los miembros del grupo se apoyan los unos en los otros. Es idílico pero no seguro, no todos los grupos llegan a esta etapa.
Los científicos del comportamiento en grupo han caído en la cuenta, tras la realización de numerosos estudios, de que el principal mal que asesta al trabajo en equipo es la falta de comunicación. Tanta es la ausencia y la ineficacia de la misma, que se ha demostrado que tras una discusión, ambas partes se reafirman con más intensidad en sus creencias iniciales.
En líneas anteriores se expusieron cuatro fases en las que identificar tu ejemplo. Si los resultados te dicen que no estás en el camino correcto, aquí van cinco estrategias para que tu equipo funcione.
1) Pasar las críticas por un filtro positivo
Es necesaria la construcción de una cultura de pensamiento crítico dentro del grupo, para que su labor sea eficiente y el trabajo se desarrolle con la mayor tranquilidad posible. Pensar que el mero hecho de aportar tu opinión y que esta difiera de la mayoría acabará con tu reputación, es un error. Si le dices a tu compañero que no ha realizado su trabajo conforme a lo estipulado, puede que tengáis una pequeña riña en el momento, pero favorecerá vuestra relación a la larga. Cierta competencia entre trabajadores de un equipo ha demostrado, en un estudio realizado en Estados Unidos, que mejora la productividad de la empresa.
2) No te deshagas del pensamiento autónomo
A pesar de la implicación en un grupo de trabajo, se debe mantener un pensamiento autónomo si no se quiere concluir en errores. Estudios han demostrado que la mayoría genera mayoría, y la minoría es minusvalorada. Es decir, si ha de tomarse una decisión entre un grupo de diez personas, y son siete las que están a favor, y tres en contra, lo más probable es que salga adelante lo que quiere la mayoría. La razón es que los grupos están excesivamente influenciados por la información compartida. Situaciones como esta podrían evitarse de dos formas, la primera, con un líder capaz de hacer entender a la mayoría, la importancia de los motivos de disidencia de la minoría. La segunda, forjando un pensamiento autónomo que no nos deje caer en la trampa de la unión con el más fuerte.
3) Deja paso al sentimiento de equipo
Muchas veces los miembros de un grupo no revelan muchas cosas de las que saben porque piensan que no saldrían beneficiados de la incontinencia verbal. Así que su cálculo mental les indica que la mejor respuesta es el silencio. Ante las desigualdades entre unos y otros miembros en este sentido, es necesario un buen líder que incentive a los individuos para interiorizar el sentido de grupo. En los pelotones militares por ejemplo, todo el equipo es castigado si un miembro falla, y las recompensas de la misma forma se dan a nivel de equipo. Este método puede producir un enorme rendimiento de equipo y aumentar la lealtad.
4) «Red – teaming»
El ‘red-teaming’, es una estrategia de entrenamiento militar, en la que un equipo rojo juega de adversario tratando de derrotar al equipo principal en una misión. En otra versión, se le pide al equipo rojo que proponga una estrategia contra el oponente. Este tipo de entrenamiento también se aplica en los exámenes de la NASA para las misiones. El beneficio de este plan radica en la posibilidad de que los componentes de un equipo comprendan sus puntos débiles y acaben con ellos cuanto antes.
*Referencia: Fortune
Genial artículo y estoy totalmente de acuerdo con este ¨proceso del grupo¨. Lo que añadiría es dar a tus empleadores en el papel (o en el documento electrónico) todas sus tareas diarias. Esto permite organizar su día y planificar las acciones. En la red hay icluso unas herramientes que te ofrecen gestionarlas.