Hay vida más allá del “Haz lo que te guste”
“Como consejero, mi reacción impulsiva a la pregunta ¿qué debería hacer?, siempre ha sido: ¿Qué te apasiona? A veces incluso he llegado a soltar el sermón de lo importante que es distinguir entre lo que pensamos que debemos amar y lo que realmente amamos” – Gordon Marino, profesor de Filosofía en St. Olaf College y editor de “The Quotable Kierkegaard.”
En este artículo rescatamos de una publicación reciente del New York Times, las ideas de Gordon en la tesitura del “haz lo que ames”:
¿Es “haz lo que te guste” sabio o un sinsentido?
Gordon: En un discutido artículo en Jacobin magazine hace unos meses, el escritor Miya Tokumitsu argumentaba que la idea del “haz lo que ames” tan omnipresente en nuestra cultura “es de hecho elitista, porque degrada el trabajo que no está hecho desde el amor. También se ignora la idea de que el trabajo por sí mismo posee un valor inherente y, más importante, se separa la conexión tradicional entre trabajao, talento y deber”.
Gordon relata que, cuando se encuentra fuera del campus aconsejando a niños con dificultades económicas en Northfield (20.000 habitantes, Minnesota), el “tema” no es “haz lo que te guste”. Muchos de ellos reparten periódicos a las 5am o cargan camiones toda la noche. Están acostumbrados a hacer lo que sea que necesiten hacer para ayudar a sus familias. Para ellos, la noción de hacer lo que amas o encontrar un sentido no es la primera que nos viene a la mente (o debiera). Gordon habla con ellos y plantea “¿En qué eres el mejor?”, “¿Qué trabajo mejoraría más las perspectivas de tu familia?”. Las pasiones y el significado quizá entren en la mezcla de nuestras conversaciones con el entendimiento de que moldean nuestro enfoque y nos hacen más exitosos si las logramos, pero no deberían cegar ni afligir a aquellos que no las alcancen, sobretodo si hablamos de posiciones cualificadas y ya acomodadas.
Gordon sobre su padre:
“No hizo lo que amaba. Trabajó en un puesto que detestaba para poder pagar la universidad a sus hijos. ¿No había visto la luz o estaba equivocado por preponderar el bien de otros al suyo propio? Puede argumentarse que su idea de realización personal era cuidar de su familia, pero de nuevo, como muchos otros no afortunados, odiaba su trabajo pero apretó los dientes y lo hizo bien”.
«Podría, supongo, decirse que mi padre convirtió necesidad en virtud, o que asumir el cuidado de tu familia es realmente una forma de realizarse. Pero apartar tus inquietudes para beneficio de un círculo más amplio, sea familia o la sociedad, no viene de forma natural a nadie.»
No todos actúan así. El doctor John Kitchin dejó su profesión por su pasión: el skating. ¿Es ético esto?
Pensadores tan profundos como Kant han lidiado con esta pregunta. Según Gordon, en otro tiempo, antes de la muerte de Dios, los creyentes pensaban que sus talentos eran regalos del cielo, con los que estaban equipados para servir a otros. En su tratado de ética, “The Groundwork for the Metaphysics of Morals,” Kant pondera: Supón que una persona “descubre en sí mismo un talento que podría hacerle un hombre útil en muchos sentidos. Pero se encuentra en una situación de comfort y prefiere incurrir en el placer en lugar de sufrir agrandando sus afortunadas capacidades naturales.” ¿Debería?
Kant declara indignado: “no, el no dejar que los talentos propios se oxiden en favor del placer debería ser una ley universal de la naturaleza”. “Como un ser racional,” escribe, “él necesariamente quiere que sus facultades sean desarrolladas, ya que le prestan servicio, y le han sido dadas para todo tipo de propósitos.” Para Kant, sería irracional desear un mundo que acatase la ley “haz lo que quieras.”
Quizás, al contrario que Kant, no creas que el universo fluye con propósitos. ¿Entonces son el “hacer lo que quieras,” o el “hacer lo que encuentres más significativo” el primer y el último mandamiento? No necesariamente.
Gordon plantea: «La fe de que mis gustos y repulsiones, o nuestro sentido del significado por sí solo deberían decidir lo que hago es parte integrante del evangelio de la realización personal. La filosofía siempre ha estado en lo cierto al instruir en que podemos estar tan equivocados sobre nuestra visión de la felicidad como sobre cualquier otra cosa. Lo mismo pasa con dicha noción de realización personal. Supón que la verdadera realización viene en la forma de desarrollarse en un “ser humano maduro”. Por supuesto esto no tiene que ver con que debemos de evitar un trabajo que amemos por el hecho de amarlo. Esto sería absurdo. Para algunos, una feliz armonía existe o se desarrolla en lo que uno encuentra placentero usando sus talentos de una forma responsable.
Los universalmente reconocidos modelos de humanidad, (los Nelson Mandelas, Dietrich Bonhoeffers y Martin Luther Kings) no organizaron sus vidas alrededor de la realización propia y una lista de cosas que hacer antes de morir. Ellos, sin dudarlo, encontraron un significado en sus actos heroicos de auto-sacrificio, pero no querían hacer lo que llevaban a cabo para encontrar ese significado. Ellos hicieron, como mi padre y alguno de esos niños de la ciudad, lo que sentían que tenían que hacer.»
Quizás disfrutes de correr maratones. Quizás incluso pienses en tu régimen de ejercicios como una forma de mejora personal. Pero si crees en ideales como la justicia y la igualdad, estos quizá te hagan necesitar delegar algunas de las muchas horas entrenando, en asistir a niños en el centro juvenil. Nuestros deseos no deberían ser árbitros últimos de la vocación. A veces debemos hacer lo que odiamos, o lo que es más necesario hacer, y hacerlo lo mejor que podamos. Y en última instancia, podrá darse, que la inversión de ese tiempo en lo no deseado pero necesario, pueda conducir, quizá, a lo realmente perseguido.
Fuente: TheNewYorkTimes
Imagen de Flickr por CameliaTWU
Mejor, apasiónate con lo que tienes que hacer.