Diferenciación, diferenciación y diferenciación
Todo aquel que esté interesado en la innovación, la diferenciación y en hacer las cosas de diferente manera, debería aprovechar cualquier oportunidad para leer el libro “The purple cow” del gurú del Marketing Seth Godin.
El título del libro es la verdadera llave de la distinción. En el supuesto caso de estar acostumbrados a pasear por prados así como a estar en contacto con vacas, ¿resaltaría sobre el resto una cuyas manchas fuersen color púrpura?. Sería objeto de todas las miradas, y ese es el verdadero objetivo que plantea el autor para las empresas.
Godin trata diferentes temas, tales como la necesaria toma de conciencia de la escasez de capital destinados a publicidad o marketing en un alto porcentaje de empresas, la importancia de establecer una buena estrategia de segmentación así como la relevancia de la fluidez de comunicación interna de la empresa para poder reaccionar a lo que sucede a su alrededor con relativa rapidez, todos ellos vistos desde una perspectiva común: la importancia de la diferenciación.
El mundo de los negocios ha experimentado un espectacular cambio en los últimos años. Lo que fue rentable durante mucho tiempo, quizá, ya no lo sea, por lo que deberíamos buscar la vía menos costosa y más fructífera de resaltar en el mercado. Para ello, lo queramos o no, ya no basta con ofrecer una calidad excelente o un precio altamente competitivo. La diferenciación hoy en día, en un mercado sobreofertado en su 90 por ciento es un factor ya no importante, sino imprescindible.
“El marketing crea necesidades para poder satisfacerlas”, suelen decir los denominados antimarketers, con orgullo en cuanto tienen ocasión de hacerlo, dejando patente su extrema honradez para con los consumidores. Ello lo justifican en base a la extendida necesidad de informar al consumidor de las características del producto, así como de la empresa que los respalda. Y es que, señores, una cosa no quita la otra. El cliente puede y debe estar perfectamente informado de las prestaciones del producto, desde luego, pero el verdadero factor clave es el cómo hacerlo. Ahí, entra en juego la importancia del qué y el cómo comunicar.
¿Acaso no es fascinante conseguir que alguien sienta una necesidad irremediable de adquirir un determinado producto de una marca concreta? Conseguir que una empresa desprenda connotaciones tan positivas sobre un consumidor y que, además, ésta lo satisfaga en un 110%, ¿no es maravilloso?
A través de la comunicación, las empresas cobran vida y, al fin y al cabo, de lo que se trata es de transmitir, ya sea información técnica, sentimientos, sensaciones o valores. Damas y caballeros, eso es Marketing.
Como hemos visto anteriormente, la diferenciación actualmente es absolutamente indispensable. La ingente cantidad de información al alcance de un click así como el grado de sobreoferta obligan a las empresas a mejorar la calidad de su servicio día tras día. Pero esto no es suficiente. «La mujer del César no sólo debe ser honrada, sino además debe parecerlo”, dijo Julio César al enterarse de que su mujer había acudido a una Saturnalia (orgía sexual aristocrática) como espectadora, tras divorciarse de ella.
Aquí es donde nos encontramos a la vaca color púrpura de Godin.
Además de ser buenos técnicamente en lo que hacemos, debemos cerciorarnos de que los consumidores nos ven como tal. Y no es tarea fácil. Cada paso que da una empresa transmite información sobre la misma. Información que, de forma inconsciente interiorizamos y, en un abrir y cerrar de ojos, se han asociado unos determinados valores a la marca. Razón de más para ser especialmente cuidadosos con las estrategias de Marketing.
En el ámbito de la comunicación los cambios se producen a una velocidad vertiginosa, por lo que debemos buscar nuevas técnicas para poder publicitarnos diferenciándonos, buscando un mayor impacto en la mente del consumidor.
Este es otro campo donde la diferenciación e innovación es imprescindible. El cómo transmitir los valores de la empresa. Ahí es donde realmente los consumidores caerán rendidos a nuestros pies o nos condenarán. Ya no es el producto, es la empresa. No es el qué, sino el cómo.
Coca-Cola ofrece felicidad, Disney entretenimiento para todas las edades, Google ordena para ti la información mundial. Esto hace que el producto o servicio que te brindan sea prácticamente secundario, porque el buen Marketing no busca consumidores de productos, busca verdaderos fans de empresas. Marketing guerrilla, social media, street marketing, online e infinidad de métodos más que tan solo 10 años atrás ni se nos hubiera pasado por la imaginación poder utilizarlos, y ahora son el pan de cada día en la lucha contra la monotonía.
Las cabezas que mueven las empresas viven por y para la innovación (aunque en ocasiones no sean conscientes), ya que, en mercados tan competitivos, solo las vacas de color púrpura sobreviven.
Imagen de Flickr por Dave Durden
Sabias palabras querido Pedro y totalmente de acuerdo en cada una de las letras que has escrito. Diferenciación, distinción, innovación, todas muy utilizadas en los últimos tiempos y todas son sinónimo de una en especial «éxito». Como en su día nos enseñó David Ricardo, cada agente económico, cada empresa, debe ser consecuente con sus recursos y saber aprovechar sus ventajas comparativas, tener visión y atacar en el ámbito donde nuestra ventaja sea superior a la del rival, esa tecla que únicamente suene en nuestro piano..
En un mercado tan competitivo como el que nos encontramos hoy en día, donde todo parece que está inventado, donde parece imposible desbancar a las mismas grandes empresas, siempre quedará sitio para que «en una burda comparación» aparezca de la nada un nuevo «cholismo».
Me gusta mucho tu «blog» así que ánimo y no te olvides de publicar siempre con diferenciación! 🙂
Muchas gracias, Álex. Me alegro de que te guste.
No puedes tener más razón en lo que dices.
Un saludo!