Tres simples trucos para detener la procrastinación
* La procrastinación (del latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro), postergación o posposición es la acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.
Enero es un mes difícil. No solo por contener el llamado día más deprimente del año, sino también porque es cuando el espíritu de fiesta se evade mientras empiezan a acumularse las facturas, y cuando el entusiasmo por las proposiciones de año nuevo comienza a desaparecer vertiginosamente a medida que nos arrastramos hacia Febrero. En otras palabras, Enero en particular, y el invierno en general, es un terreno fértil en el que la procrastinación florece fácilmente. Es difícil, pero no imposible, mantener la motivación y el impulso. Y he aquí tres consejos sobre cómo no posponer hasta Abril lo que deberías estar haciendo ahora en Enero.
Crea tus propios estímulos
Determina las peores consecuencias que puede acarrearte tu inacción y úsalas como motivación. ¿Palideces ante la idea de malgastar dinero? Entonces piensa que saltarte las clases de yoga que ya has pagado es como quemar una pila de billetes. ¿No te gusta dejar tirados a tus compañeros? Comprométete a revisiones diarias con un compañero acerca de tu progreso en un proyecto y pídeles que se pongan en contacto contigo si dejan de tener noticias acerca de tu progreso. Si eres una persona que necesita apoyo y ánimos admite que probablemente el iniciar una rutina de pérdida de peso en solitario no es la mejor idea. Averigua a qué tipo de estímulos y responsabilidades respondes mejor y fija tus metas en torno a ellos.
Sigue la regla “una tarea al día”
No tienes que hacerlo todo, pero sí tienes que hacer algo, lo que sea. Comprométete a hacer al día una actividad productiva relacionada con el trabajo, la salud y el cuidado personal. Esto puede ser algo tan simple como reunirte con tu contable, cenar ensalada y leer un capítulo del nuevo libro de Stephen King en la bañera. Puedes, y seguramente harás más de una sola cosa, pero el truco es que midas el éxito de tu día en función de si has hecho, o no, al menos una tarea productiva, la cual es una marca bastante asequible, especialmente si también sigues la primera regla.
Reconoce cuándo te estás quemando
Es más fácil centrarte y ocuparte de tus actividades creativas si el resto de tu tiempo lo empleas en actividades que no requieren un esfuerzo físico o mental similar – sólo tienes unas determinadas horas en el día y una determinada energía para dedicar a tu trabajo y a tus hobbies y proyectos. Si tienes varios de estos últimos acumulando polvo en la estantería quizás debas considerar que tu problema no es que estés procrastinando, sino que te estás quemando a ti mismo. Si te ganas la vida programando, ¿llegarás a casa entusiasmado con la idea de poder trabajar en tu propia aplicación móvil hasta la madrugada? Si tu jornada laboral consiste en redactar campañas de marketing, ¿cuánta energía mantendrás para bloguear en tu tiempo libre? Si descubres que estás posponiendo tareas que tienen demasiado en común con las que realizas en tus horas de trabajo quizá sea hora de cambiar esos hobbies por otros que requieran un tipo de esfuerzo diferente. En lugar de castigarte a ti mismo por no progresar adecuadamente en tu novela, déjala de lado por un mes y aprende a hacer punto con vídeos de Youtube.
Fuente: Forbes
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