¿Wharton en crisis?
What’s Wrong With Wharton? Something at Wharton doesn’t add up.
Provocador, ¿verdad? Con estas palabras comenzaba un polémico artículo del Wall Street Journal que ha levantado una polvareda en forma de análisis y reacciones y al cual ha seguido, con o sin relación, la abrupta dimisión de la directora de admisiones de la prestigiosa escuela de negocios. Desde Club-MBA queremos guiaros por la realidad del momento que vive Wharton para que os forméis vuestra propia opinión.
Como podéis imaginar su publicación hizo que en el seno de la escuela se pusiesen algo furiosos, y desde la misma argumentan que el periódico buscaba de forma deliberada una historia que “hiciese frente” mediáticamente al también polémico artículo publicado por el New York Times sobre las desigualdades de género en Harvard.
Aún en ese caso, el WSJ no decía nada que no fuese cierto. Las solicitudes a la famosa escuela de negocios de la Universidad de Pennsylvania han caído un severo 17.2% en los últimos 5 años, con su programa de MBA recibiendo sólo 6.036 solicitudes para la clase que comienza este otoño. Un número un poco por debajo de las que recibió Stanford, sólo que esta última conforma una clase con la mitad de estudiantes.
Wharton defiende que este descenso, combinado con solicitantes cada vez más fuertes (aumentó su media de GMAT) y un porcentaje de admitidos mayor, prueba que la escuela está haciendo un mejor trabajo en su definición del perfil buscado.
Por contra el Journal plantea que tanto expertos en escuelas de negocios como los propios candidatos coinciden en que Wharton ha perdido su lustre toda vez que aumenta el número de estudiantes que tienen como objetivo el mundo de la tecnología y/o emprender en lugar de las finanzas.
“Estamos oyendo [a los candidatos decir] Stanford, Harvard o nada. Solía ser Stanford, Harvard o Wharton”, afirma Jeremy Shinewald, fundador de una consultora de amisiones. “Wharton se está viendo afectada por muchos factores. Por ejemplo, la fuerza de Columbia y Chicago Booth ha mejorado tremendamente en la última década. Las oportunidades disponibles al graduarse son ahora básicamente las mismas que en Wharton, por eso algunos candidatos simplemente eligen la ciudad que más les gusta y ahí Nueva York y Chicago están ganando la batalla”. Si sois habituales de nuestro foro, comprobaréis que algunos compañeros ya han esgrimido este motivo en Club-MBA.
A lo largo del pasado siglo Wharton construyó su reputación como el campo de entrenamiento donde se forjaba a titanes de Wall Street, pero la crisis financiera ha cercenado muchas de esas posibles carreras en la actualidad.
El Wall Street Journal acusa a Wharton de que mientras otras instituciones top – la escuela con base en Philadelphia sigue siendo una – respondieron a esa problemática reestructurando sus cursos y buscando estudiantes con perfiles no tan tradicionales en negocios, ellos se quedaron atrás. Y atacaba también diciendo que muchas escuelas fortalecieron sus lazos con las pujantes compañías tecnológicas como Amazon y Google y encontraron oportunidades para puestos financieros en compañías del Fortune 500.
Y argumentaba que esos esfuerzos han dado resultado en varias escuelas. HBS informó de un aumentó del 3.9% en sus solicitudes para este año, y Stanford una ganancia del 5.8%. Pero las solicitudes a Wharton cayeron en un mismo 5.8%. Columbia informó de un crecimiento del 6.6% recuperándose de la caída del 19% del año anterior. Y Fuqua se ha estabilizado después de una caída del 8.4% del año anterior. El 10% de aumento de Chicago Booth supone el mayor contraste con los datos de Wharton.
Algunos consultores y los propios profesores de Wharton afirman que la escuela no reaccionó con la suficiente agresividad cuando se cerró el grifo financiero y que los recientes movimientos, como la campaña de “rebranding” iniciada la primavera pasada, hacen precisamente poco por aclarar el perfil de la escuela.
Renuncia de su directora de admisiones, ¿pagando los platos rotos?
Ankur Kumar, ya ex-directora de admisiones de Wharton, exponía para defenderse que cantidad no significa calidad.
Su salida se oficializó sólo cinco días después de la publicación del artículo en el Wall Street Journal. Parece ser que lo comunicó unos días antes argumentando que perseguía nuevos desafíos y sostiene que no se trata de una decisión impetuosa, a pesar de ser extraña e inusual por darse sólo un día después del deadline de la Round 1.
Muchos enlazarán su salida con la caída de solicitudes e incluso con el artículo. Podría ser, pero también ha tenido sus logros:
- Ha llevado a Wharton a un récord en mujeres admitidas, del 33% al 45%.
- Con ella la escuela superó el récord histórico del GMAT medio de la clase, elevándolo a 725 puntos.
- La comunidad emprendedora de la escuela se ha triplicado.
Lamentablemente para ella, parece no haber sido suficiente. Los números de solicitudes han sido una importante losa, tanto por sí mismos como por las comparaciones con otras escuelas. “Lo siento por ella”, dice Linda Abraham, fundadora de una firma de consultoría de admisión, “Mi opinión es que ha decidido irse antes de que le mostrasen la puerta.”
Y es que también presenta lunares en su haber:
- Filtración de materiales de la oficina de admisiones.
- Inclusión de una dinámica de grupo en los procesos de selección con el consecuente recelo de algunos candidatos, sobretodo de aquellos con inglés como segunda lengua.
- Preguntas para los ensayos tachadas como ridículas por algunos consultores de admisión que las encontraban confusas, poco imaginativas y centradas sólo en la escuela en lugar de en el candidato.
Puestos en situación, recuperemos su punto de vista: “Ponemos el foco en la calidad de nuestros potenciales alumnos, que se mantiene tan alta como siempre. Sólo aquellos que realmente quieren venir a Wharton lo solicitan”, afirmaba.
Sin embargo algunos consultores de admisión discrepan y su repentina renuncia parece no apoyar su discurso. Eliot Ingram, jefe ejecutivo de Clear Admit, asevera que un cliente suyo rechazó una scholarship de ¡70.000$! para finalmente entrar en Harvard pues sentía que la escuela de Boston poseía una mejor imagen de marca.
Wharton copó el primer puesto en el ranking MBA de BusinessWeek desde 1994 hasta el año 2000, cuando fue desbancada por Kellogg. Chicago Booth ostenta ese honor desde 2006.
Howard Kaufold, vicedecano de Wharton, quien afirma no estar preocupado por la caída de solicitudes, se congratula del calibre de sus estudiantes y admite: “Intuimos que la dinámica de grupo puede haber hecho que algunos estudiantes se echen atrás”. Es una explicación plausible, aunque está claro que la caída de Wall Street tuvo un impacto en la escuela que es todavía considerada por muchos como la número 1 en finanzas.
¿Y los candidatos qué opinan?
Si preguntamos a Dan Lee, alumno de primer año en Tuck, nos afirma que consideró brevemente solicitar en Wharton, pero que en su lugar se centró en buscar una escuela más potente en “general management”; “Wharton es la típica escuela de finanzas, para mi ir a una escuela de negocios no significaba entrar en la industria financiera”.
Virgil Archer por su parte afirma que quería un “entorno pro-tecnología” y se decidió por Anderson School of Management donde cursa su primer año, pues Wharton no tenía la misma “atmósfera de emprendedores”.
Para rematar hay un dato terrorífico para la escuela: aproximadamente un 35% de los admitidos declina acudir a sus clases.
En todo esto Wharton acusa una falta de continuidad. Va a acabar teniendo cinco directores de admisiones en tan sólo ocho años, mientras que sus homólogos en Stanford y Harvard llevan en el mismo más de una década.
“Si pones un equipo de fútbol en el campo con muchos cambios cada año, es difícil que encuentren la química y una estrategia para dominar”, afirma Graham Richmond quien formara parte en su día de las admisiones en Wharton y hoy sirve como consultor externo de escuelas desde su compañía Southwark Consulting.
Puede que las buenas noticias superen a las malas
¿Se excedió el WSJ? Después de todo los graduados de Wharton este año tuvieron uno de los mejores registros de colocación en la historia de la escuela. Entorno al 97.8% de la clase tenían oferta de trabajo tres meses después de salir y un salario base medio de 125.000$, ambos datos mejorando los del año anterior. Y además este año su clase es la mejor de la historia si juzgamos por su media de GMAT.
De hecho, algunos observadores creen que en vez de equivocarse Wharton está innovando realmente. “Habiendo conocido hace unos meses a algunos de los miembros de admisiones y a líderes de varias iniciativas, estoy impresionado por cómo están cambiando el juego”, insiste Dan Bauer, fundador de una de las empresas líderes en consultoría de admisión. “Wharton está implementando un curriculum más flexible y mejorando globalmente la experiencia con un nuevo centro de estudiantes. Estudiar en Wharton es una apuesta sólida a largo plazo”.
Incluso hay quien defiende que Wharton ya se ha reconducido y adaptado a la situación actual. Si miramos a las preferencias de su clase de 2015 descubriremos un cambio dramático respecto a lo que solía ser habitual en la escuela:
Hay más estudiantes interesados en public interest que en investment banking o investment management. Y las industrias más deseadas son ahora consultoría, private equity y tecnología por ese orden. Aunque el Journal afirmaba que habían llegado tarde a la fiesta de esta última industria, el año pasado situaron a un 11% de su alumnado en ella. Y para los emprendedores se podría decir que tampoco hay ya problema. Si bien es cierto que no tiene un ecosistema de apoyo tan desarrollado como Stanford o Harvard, Wharton presenta ahora un cantidad de estudiantes importante con esa inquietud y cuenta con capacidad suficiente para ayudarles en ese camino.
Su lugar entre las top es indiscutible
Es innegable que Wharton ha perdido relevancia para los rankings y que atrae a menos candidatos. Pero esos “puntos negativos” pueden ser precisamente razones para solicitar a tan prestigioso programa MBA.
Bauer lo ve de la siguiente manera: “Como ocurre con el stock, cuando lo que se paga por un vehículo es inferior a su precio real, su demanda crece y la situación se corrige. Eso ocurrirá con Wharton cuando los potenciales estudiantes vean la caída de solicitudes como una oportunidad ideal para conseguir ser admitidos. La lista de escuelas de negocios con verdadero renombre internacional es muy corta. Aunque nunca vayan a superar a Stanford y Harvard, su lugar en tal lista está asegurado. Conclusión: no descartad a Wharton a la ligera”.
Como podéis observar, una gran variedad de opiniones y datos que van de un extremo a otro del rango entre el optimismo y el pesimismo dan forma al imaginario colectivo actual en torno a Wharton.
Jeremy Shinewald sentencia: “Sabiendo todo esto, lo cierto es que el Journal ha molestado a los alumni y disparado las alarmas en la escuela pues puede parecer que no se mantienen en pie. Ahora comienza el trabajo duro”.
foto de Flickr por Rob Shenk «Philadelphia Skyline»
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