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Burbujas financieras (II): Hundimiento en los Mares del Sur

Burbujas financieras (II): Hundimiento en los Mares del Sur
agosto 13
10:39 2013

* Segunda parte de la serie «Burbujas Financieras». Los artículos anteriores pueden consultarse aquí.

La historia de la Burbuja de los Mares del Sur comenzó en la Inglaterra de principios del Siglo XVIII de la mano de la Compañía de los Mares del Sur, y de su director, John Blunt. Este último sería posteriormente el principal artífice de todo el esquema financiero que se ideó alrededor de esta compañía.

Por aquel entonces, el Imperio Británico acababa de realizar un gran esfuerzo tanto en términos económicos como militares, al participar como parte beligerante en la guerra de sucesión española, lo que le llevó a asumir un gran nivel de endeudamiento con el que financiar el elevado coste de las campañas militares llevadas a cabo. Debido al montante total de la deuda, se tuvo que idear un esquema a través del cual comenzar a reducirla. Se decidió, por tanto, crear La Compañía de los Mares del Sur, más conocida como «La Compañía», a la que se le concedió el monopolio de todo tipo de comercio con las colonias del Imperio Español en Sudamérica, con el objetivo de que ésta absorbiera la enorme deuda que se había generado durante la guerra. De esta manera, John Blunt propuso que se canjeara la deuda en manos del público por acciones de la compañía, que otorgarían dividendos en sustitución de los intereses que la deuda generaba.

El esquema no parecía mal encaminado a primera vista: una compañía creada a instancias del gobierno se encargaría de restituir lo que éste debía a sus acreedores con cargo a sus beneficios, que procedían de una actividad que en principio aportaría pingües beneficios y que sería ejercida en exclusividad por La Compañía. Claro está, que los acreedores del Imperio Británico debían aceptar el canje de sus títulos de deuda por acciones, lo cual dependía del precio de conversión de ambos instrumentos.

Pero tras la firma del Tratado de Utrecht (1713), que certificó el final de la guerra de sucesión española, surgió un contratiempo: Este Tratado confirmó la soberanía del Imperio Español sobre sus colonias en Sudamérica, lo que suponía una amenaza al monopolio de La Compañía y, por extensión, a los futuros e hipotéticos beneficios que le habían sido concedidos.

A pesar de esto, el precio de las acciones de la Compañía, que en enero de 1720 era de 128 libras, se elevó vertiginosamente hasta alcanzar las 1.000 libras en junio de ese mismo año. Esto se debió a la creación de rumores (que más tarde se demostraron infundados), por parte de los directores de la Compañía acerca de la riqueza que había en las colonias españolas en Sudamérica.

South-Sea-Company_thumb

Fuente: www.economipedia.com

Por otro lado, los directores de La Compañía, cegados por la avaricia y ávidos de obtener el máximo beneficio posible, aprovecharon el esquema de conversión de instrumentos de renta fija por acciones para enriquecerse en un caso flagrante de información privilegiada (insider trading). Lo hicieron sirviéndose de los rumores que ellos mismos crearon acerca de La Compañía, consiguiendo que los tenedores de deuda aceptaran un precio de conversión extremadamente bajo por sus títulos de deuda, lo que supuso que las acciones de la Compañía que se emitieron para atender al canje de deuda lo hicieron a un precio extraordinariamente alto. Como muchos de estos directores poseían ingentes cantidades de acciones adquiridas con anterioridad a este hecho, se garantizaron enormes beneficios.

Temerosos del hecho de que muchas compañías se estuvieran lanzando al mercado para captar capital, y de la amenaza que esto suponía para las actividades de La Compañía en el mercado bursátil, John Blunt y los directores de La Compañía comenzaron a ejercer presión sobre el parlamento británico para que legislara en contra de los hechos que se estaban produciendo, que claramente perjudicaban a La Compañía. Esto suponía, dicho sea de paso, un claro conflicto de intereses, ya que una gran parte de los miembros del parlamento tenían intereses en La Compañía. De esta manera, se aprobó la Bubble Act, que impedía salir al mercado a todas aquellas compañías que no dispusieran de una concesión real para hacerlo. Una buena manera de limitar la competencia a costa de perjudicar la eficiencia del mercado, como más tarde, tras el estallido de la burbuja, se pudo comprobar.

A pesar de que hasta julio de 1720 La Compañía había conseguido navegar por aguas revueltas sin mayor problema, todo se precipitó a partir de ahí. La demanda de efectivo se disparó tras la tercera oferta de suscripción realizada para atender un canje de deuda, y nadie pudo hacer nada por evitar frenar a la gran masa de accionistas de La Compañía que corrían a vender sus títulos ante el pánico que se desató.

Referencias: The ascent of money: a financial history of the world (Niall Ferguson), South sea bubble short history, Harvard Business School Library.

About Author

José Antonio Díaz Campos

José Antonio Díaz Campos

Redactor. Licenciado en Economía por la Universidad de Málaga y Máster en Banca y Entidades Financieras por ESESA. European Financial Advisor (EFA). 2014 Level II CFA Candidate.

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