¿Podrá la tercera edad sacarnos de la crisis?
No sería el primero en afirmar con cierta ironía, que tal como vienen evolucionando las cosas, China terminará siendo la gran fábrica del mundo, India será nuestra oficina y Estados Unidos nuestro cuartel general. Pero, ¿dónde quedara España en todo esto? Desde luego, creo que ninguno de nosotros le gustaría que pasáramos a ser conocidos como “los parados del mundo” o el vivo ejemplo de lo que no se debe hacer en una economía. Desgraciadamente, a día de hoy si tenemos en cuenta exclusivamente datos cuantitativos, con una tasa de paro del 27,16%, un indicador adelantado del crecimiento del PIB del -2% y una deuda externa de 1.751.810 millones de euros, tenemos muchas opciones de convertirnos en “La oveja negra del planeta”
¿Y si la solución fuera más simple de lo que creemos? ¿Puede que la respuesta se base exclusivamente en nuestra localización geográfica? Países como Panamá, Chile o China son algunos ejemplos claros de cómo han sabido utilizar la teoría económica de la localización, para establecer con criterio la ubicación óptima de la unidad económica de producción, creando así una economía estable, duradera y eficaz.
Tal vez el ejemplo que más se asemeja al de nuestro país es el del estado de Florida en Estados Unidos, un estado donde un número importante de los jubilados marchan a pasar su retiro, gracias a su clima templado y acondicionado con todas las necesidades para las personas mayores. Florida, conocida como el geriátrico de América, ha pasado así de ser una economía moderada a ser una de los estados que más aporta al sistema de recaudación central.
Puede que para España convertirse en el geriátrico de Europa, carezca de cierto atractivo, pero por otro lado sería la solución de muchos de nuestros problemas. Puesto que todos los ancianos que llegasen a España usarían sus pensiones para incrementar el consumo en bienes y servicios, la demanda de viviendas se reactivará, estimulando la re-activación del sector de la construcción.
También se generaría un mayor desarrollo del sector turístico de forma estable y no solo estacional absorbiendo a cuatro millones de los seis millones de parados sin una cualificación específica y sin olvidar que además de potenciar el consumo, la construcción y la creación de una economía estable, nuestro pionero, pero deficitario, sistema sanitario se vería muy beneficiado.
España envejece a pasos agigantados. La población octogenaria se ha disparado en nuestro país aumentando en más de un 20% en los últimos cinco años, mientras que, en términos generales, los españoles de más de 65 años se han incrementado en un 5%.
Gracias una baja tasa de natalidad y una larga esperanza de vida, España, con 7,5 millones de mayores (16% de la población) se coloca en el cuarto lugar de los países más envejecidos del planeta, sólo superada por Japón, que encabeza la lista con un 20% de población mayor, Italia y Alemania. En 1900 los mayores de 65 años suponían en España el 5% de la población total; las previsiones para 2025 nos auguran que alcanzarán casi el 22%. Lo bueno de las estadísticas y las previsiones es que las podemos cambiar, pero, ¿merece la pena hacerlo?. Como bien dijo Napoleón Bonaparte «Cada edad nos da un papel diferente”. Tal el de España sea este.
Hace poco escuché de un conocido ejecutivo español: «la ventaja competitiva de España es el clima». Triste, pero cierto, y hay que saber aprovecharla. No solo para el turismo, sino también para atraer startups a nuestro país. LAs startups en USA se van a California ahora porque hay VCs y demás, pero antes, era porque «se vive de puta madre», y el clima es muy bueno. Si eres el nuevo Facebook europeo prefieres llevar tus ingenieros a Dublín o a Barcelona?…
Pues desgraciadamente, a Dublín. Creas la start-up sin capital mínimo, trámites mucho más ágiles, y a final del ejercicio pagas como máximo un 10% de Impuesto sobre Sociedades.
En España hay demasiadas trabas e infiernos burocráticos como para venir aquí por el clima!!