Entendiendo la Prima de Riesgo
¿Cuantas veces hemos oído la palabra “Inversión”? Prácticamente todos nosotros invertimos con ánimo de obtener unos ingresos o rentas a lo largo del tiempo. Algunos afortunados invierten en calidad de vida yéndose de vacaciones o comprándose un deportivo, otros lo hacen comprando acciones de cierta empresa, que creen que será toda una revolución, como pudo ser Facebook en mayo de 2012; y otros lo hacen a través de deuda pública. Son muchos los Estados que emiten estos títulos valores, con el fin de afrontar pagos inmediatos o incluso financiar operaciones a más medio y largo plazo, como puede ser por ejemplo una autopista o un hospital.
En la economía, como todo en la vida, toda operación conlleva un riesgo. Cada vez que cruzamos la calle o montamos en un avión estamos asumiendo un riesgo con el fin de obtener algo a cambio. Por supuesto el riesgo no es el mismo si cruzas la calle por un cambio de rasante que por un paso peatonal, o si viajas en una línea aérea de confianza o en una con una alta tasa de siniestralidad.
En materia de inversiones hay un principio fundamental: A mayor rentabilidad esperada de la inversión, mayor riesgo hay que asumir. Este principio básico en la economía de mercado está afectando desde hace ya algún tiempo la deuda pública española. El inversor que compra deuda española asume un riesgo de impago (que el Estado quiebre y no consiga pagar los intereses o incluso devolver el dinero). Cuanto mayor es este riesgo, más alto es el tipo de interés que el Estado debe pagar a los inversores para conseguir que compren su deuda. Pero realmente, ¿nos hemos vuelto una inversión tan arriesgada? ¿Cuánto dinero es necesario para que los compradores dejen de lado sus temores y olviden el riesgo que conlleva comprar deuda española?
Muchas son los factores que influyen en la conocida prima de riesgo, indicador económico que mide el riesgo de la deuda pública de un país, fluctúe; La tasa de paro, el IPC, la inflación o incluso la probabilidad del país de entrar en guerra son algunas de ellas. Al final este índice no deja de ser un diferencial de deuda del sobreprecio que paga un estado para financiarse en los mercados. En el caso de España contra la deuda pública alemana; deuda de referencia por su gran solidez.
Pero toda causa tiene su efecto, y el impacto del sobrecoste por financiarse a un alto interés genera en el conjunto de la economía un impacto negativo en el Producto Interior Bruto, lo que todos conocemos como recesión o crisis. Al final va a ser cierto la dicha popular: ¡Al final todo se paga! ¿Pero a qué precio? Muchos analistas coinciden que el elevado interés, es un precio extremadamente alto, y advierten de la urgencia en recuperar la confianza de los inversores, con el fin de no financiarnos a precio de oro.
Debemos mostrar al mundo que los mercados españoles están bien gestionados, son serios, fiables, y tienen la capacidad de asegurar la prosperidad y el bienestar de nuestra población. Es urgente empezar a buscar con tiempo la recuperación de la confianza de los inversores, para realizar los preparativos siguiendo los principios de una gestión presupuestaria solvente, porque ninguna economía puede soportar pagar “a precio de oro” su financiación.
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