Un emprendedor en China
Muchos dicen que el emprendedor nace, otros que el emprendedor se hace. No sé muy bien quiénes tienen razón (probablemente todos tenga parte de ella), lo que tengo claro es que el que tiene una idea, tiene un diamante en bruto, y que pulirlo o no depende de cada uno. Mucho consideran que no valen para ello y deciden regalárselo a otros que van a poder darle forma; otros lo guardan con la intención de embellecerlo en algún momento futuro y dejan que coja polvo (en este grupo están los que, de vez en cuando, lo sacan de la caja y retiran el polvo para volver a guardarlo unos días después); hay quienes lo pierden porque ni siquiera están interesados en obtener sacarle provecho; y por último están quienes deciden aprender a pulir, y emprenden.
A veces somos nosotros mismos los que no nos sentimos capaces de hacer realidad un proyecto y nos dejamos llevar por la pereza, el miedo o incluso la inseguridad del “y si no funciona”. Un emprendedor es una persona que cree en su idea hasta tal punto que no cesa en su intento de ponerla en marcha aunque le pongan mil y un obstáculos por el camino. Sólo si tú crees en ti y en tus posibilidades –sean las que sean- serás capaz de comenzar a poner piedras para construir aquello que quieres. A caminar se aprende andando, y a emprender se aprende emprendiendo. Si no sabes, busca; si te desanimas, para, aléjate un poco y vuelve a observar desde una perspectiva superior, visualiza tu objetivo inicial y tu idea desde arriba, encáuzate de nuevo; y si realmente crees que no vales, hazte válido, estudia, pregunta, infórmate y pide ayuda o consejo a los que sepan más del tema.
Mucha gente tiene una visión equivocada sobre cómo debe ser el emprendedor. Para emprender no es necesario ser millonario, ni tener la mejor idea de todo el país, ni tener los mejores contactos en el mundo empresarial,… Si bien es cierto que todo eso puede facilitar el éxito en muchos casos, existen actualmente numerosas posibilidades de formación -gratuita o no-, de financiación, de formatos y estrategias –enseñadas o inventadas por uno mismo- para hacer que un producto o un servicio que a priori parecen poco atractivos se conviertan en una necesidad diaria para todos.
Como bien sabemos, la teoría es muy bonita y hay que verse en la práctica para saber realmente a qué nos enfrentamos. Esto está bien soportado por el hecho de que las mejores escuelas de negocios imparten sus clases en base al método del caso. Por eso, en mi estreno en Club-MBA como redactora, quiero presentaros a un chico madrileño que quiso afrontar un reto en China poniendo en marcha su idea de negocio, de modo que sirva como «acercamiento a la práctica” y anime a muchos a dar el paso.
Javier es un joven de 27 años que hace ya más de 24 meses se lanzó a la aventura de emprender en China. Comenzó trabajando en un local ajeno con accionistas españoles y chinos, pero decidió marcharse del mismo y montar su propio negocio. Fundó así “El Molino”, un restaurante español en Beijing que está acercando las delicias de la comida española –vino y aceite de oliva incluidos- a los pequineses.
Javier ha querido compartir con los lectores de Club-MBA su experiencia:
En primer lugar, y creo que es lo que todos tenemos un poco en mente, ¿por qué China?
Buena pregunta… Siempre me gustó la hostelería y decidí estudiar en una escuela dedicada a ello. Mi primer contacto con China fue a los 19 años, en un viaje con mi familia. Ya entonces me llamó bastante la atención, la cultura es muy diferente y cada día es una nueva aventura. No sé si es de familia, puede ser, pero debo de tener un gen emprendedor que siempre acechó y tuve claro desde el principio de mi carrera profesional que quería montar mi propio establecimiento.
Tuve la oportunidad de mudarme a Beijing y comenzar a trabajar como jefe de cocina en un nuevo restaurante creado por socios españoles y chinos. Cuando me lo propusieron, supongo que fue la oportunidad perfecta en el momento adecuado y no dudé en decir que sí. No sabía chino, pero decidí marcharme de todas formas.
Pasados unos cuantos meses, me di cuenta de que lo que yo quería era ser propietario y materializar la idea que tenía en mente, por lo que decidí separarme y comenzar a vivir mi gran aventura.
¿No te planteaste regresar de nuevo a España y montarlo aquí?
Me lo planteé, pero ya en ese momento la situación en España no era la idónea para montar un negocio de estas características y vi una oportunidad en China. Además estaba a gusto viviendo aquí, tenía un buen grupo de amigos y la idea de intentar acercar nuestra comida al consumidor chino, de tradiciones forjadas tan distintas a las nuestras, me atraía demasiado. Así que comencé a moverme y a planear, hasta que el 6 de febrero de 2012 abrí el restaurante.
¿Cómo fueron los comienzos del negocio?
Lo cierto es que fue más complicado de lo que en principio pensaba y aún hoy en día sigue siendo difícil. Mi restaurante no está ubicado en el centro de la ciudad, donde están la mayoría de los restaurantes occidentales; yo estoy en una zona universitaria, por lo que que mi público es diferente del habitual de estos negocios. También es verdad que los chinos son bastante reacios a comer algo a lo que no están acostumbrados y muchos de nuestros sabores no les gustan. Todavía queda un largo camino por recorrer para conseguir “abrir los ojos” a un país tan grande y conseguir que prueben nuestra comida.
¿Cómo es trabajar con chinos?
En general, es una locura. Después de tres años en China ya comprendo por qué la mayoría de sus restaurantes tienen decenas de camareros, es difícil conseguir trabajadores cualificados. Lo bueno de mi ubicación es que tengo muchas residencias universitarias alrededor, así que eso me ofrece tener empleados “part time”.
Tienes que tener paciencia, su cultura es completamente distinta a la nuestra y a veces tienes que tratar de “imponer” lo nuestro pero adaptándolo de manera que ellos se sientan cómodos.
¿Crees que estás consiguiendo el objetivo de llegar al público chino?
A día de hoy, mas de la mitad de mis clientes son chinos. Muchos sólo vienen porque lo ven y quieren probar, otros han viajado y saben lo que quieren comer desde que leen la carta, y otros todavía no se deciden a dar el paso.
Por otra parte, he creado una peña hispana o latina, y organizamos fiestas de temáticas relacionadas con países de habla hispana. Esto es una novedad para el publico en estos momentos, ya que además de ofrecer comida española, ofrecemos la posibilidad de asistir a eventos en los que los clientes pueden conocer y relacionarse con gente de habla hispana y conocer comidas típicas de otros países. Muchos latinos residentes en Beijing lo agradecen, ya que no todos tienen un restaurante al que poder asistir cuando sienten la morriña de estar tan lejos de su tierra.
Al final, la idea es que el consumidor chino se haga partícipe y comience a compartir la cultura española. Por eso, además, llamé a mi restaurante «El Molino»; quiero que los clientes asocien desde el primer momento este negocio con Cervantes y el Quijote (lo cual suele pasar a menudo entre mi clientela).
¿Compras en España la materia prima para cocinar y los productos que ofreces?
En su gran mayoría, no; pero intento usar la materia prima procedente de nuestro país, porque hay cosas como el aceite, el jamón, etc. que por supuesto no puedes comprar en China porque no alcanzan la calidad de nuestros productos elaborados en España.
También, por ejemplo, el chorizo, la morcilla y otros embutidos que ofrezco los elaboro yo. Es una manera de ahorrar costes y, además, elaborarlas aquí te da la ventaja de que otros comercios del lugar no disponen de ellas, de modo que me permite diferenciarme. Tengo clientes chinos a los que les encanta venir a comer chorizo frito con una cerveza bien fría.
¿Recomendarías China para vivir?
China hoy en día no es lo que la gente se imagina, de precios tan bajos y una vida barata. China ya ha dejado de ser tan barata. Los alquileres están por la nubes y los productos están subiendo cada vez más.
Por otra parte, Beijing es una ciudad segura y aunque integrarte en su cultura es muy difícil, porque estamos acostumbrados a otra forma de vida y de pensar, al final aprendes a convivir con ellos. Al principio, cuando llegas aquí, muchas cosas no te gustan, pero con el paso del tiempo dejas de prestar atención y pasan a ser una rutina más de la vida diaria.
Yo conozco a muchos extranjeros aquí, muchos llevan años y ya tienen su hogar y su familia en China; otros vinieron por un año y ya llevan tres y sin intención de marcharse…
Es verdad que China ofrece oportunidades, pero también hay mucha gente que viene y a la semana ya se quiere ir. Tienes que tener una mente abierta para sentirte a gusto en este país habiendo crecido en el mundo occidental.
Y emprender en China, ¿lo recomendarías?
Siempre que no me hagan competencia, ¡sí! (responde entre risas).
Es una experiencia única; un año en China es como el doble trabajados en otro país. La cantidad de problemas con los que te enfrentas diariamente hace que sea duro, pero a su vez los vas superando, te vas sintiendo más fuerte, con más ganas de seguir adelante y hace que quieras ofrecer más variedad para llegar a tu público objetivo y seguir innovando y creciendo.
Sí que he de decir, y esto es bueno tenerlo en cuenta, que tener contactos chinos y poder crear tu “guanxi”, concepto muy importante en el mundo y la cultura china -especialmente en los negocios- influye mucho a la hora de moverte por aquí.
China está cambiando mucho en los últimos años. Los chinos cada vez están más y mejor formados y el país está evolucionando, de modo que existen buenas oportunidades. Se está notando mucho la llegada de españoles que vienen buscando esas oportunidades. Al final, como en cualquier otro sitio, algunos la encuentran y otros no, pero hay que dar un gran paso si uno quiere al menos intentarlo.
Muchas gracias, Javier, esperamos que tu experiencia le sirva de ejemplo y anime a todos aquellos que quieren lanzarse a montar un negocio, ya sea dentro o fuera de España.
Gracias a ti. Espero que todo el que me lea y pase por Beijing, me haga una visita y pruebe todo lo bueno de España en el otro lado del mundo.
***
Los que tienen cerca a un emprendedor saben lo mucho que se sufre cuando se crea una empresa, pero también saben todo lo que compensa si funciona y todo lo que se aprende tanto si la idea resulta exitosa como si no. Al final todo depende de nosotros, de que, como en el caso de Javier, tengamos la capacidad de compromiso necesaria y estemos decididos a realizar el esfuerzo y el sacrificio que requiere emprender.
Emprender no es fácil, pero seguro que si crees en tu idea, puede llegar a funcionar; aquí, allí, o en China.
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